25 de agosto de 2014

Vida


Después de todo, todo ha sido nada,

a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo,
supe que todo no era más que nada.

Grito: '¡todo!', y el eco dice '¡nada!'.
Grito'¡nada'!, y el eco dice '¡todo!'.
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro


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